Mis vacaciones nudistas y el chongo que se ganó un trofeo



1.

Todo empezó con unas cervezas en Antares con el equipo subrockett: Pame Mechu Pollo
y quien les escribe -nuestra quinta integrante Ceci fluctua en sus apariciones debido
a la reciente maternidad que le despeloto la vida-.
Se hizo tarde como siempre y a Mechu la única conurbanense le esperaba un largo
viaje hasta la República de Ramos Mejia. La invité a dormir a casa para que no se comiera
ese garrón.
Acostadas en la oscuridad de mi habitación mi amiga me relató con detalles ultra
pormenorizados al chongazo que le habían presentado. Lo bautizó Porno star. Ustedes
ya se imaginan. La famosa eyaculación femenina, que a mis 36 ya creía que era una
leyenda más utópica que el oro al final del arcoiris, parecía que existía y mi amiga lo
podía atestiguar. El combo incluía herramental extra grande y muy buena onda.
Mechu estaba tan exultante que en un arranque de sororidad y generosidad,
me dijo “te tengo que pasar al chongo.  Es demasiado bueno para que lo disfrute yo sola”.

Habiendo inaugurado soltería 1 semana atrás luego de 10 años en pareja, pero con la
mente y el corazón atrofiados por un nuevo pelotudo recién aparecido, entendí que la
propuesta de mi amiga era lo que necesitaba para sacudirme tanta caca.

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